Pero no complacidos con el pulpo que habían levantado y como para no dejar nada colgando, adquirieron en 1974 el sello disquero Tico Records. Este negocio acabó de cerrar las manijas. Muchos cantantes llegaban a Nueva York buscando una oportunidad y apenas se le imposibilitaba ingresar en su radio de acción, recogían los matules y se marchaban.
Los fundadores de ese monopolio musical fueron el músico dominicano Johnny Pacheco y el abogado de origen judío Jerry Masucci en 1964. Desde el principio contrataron a los talentos más brillantes de la música latina. Como Celia Cruz, Willie Colón, Héctor Lavoe, Rubén Blades, Pete "El Conde" Rodríguez, Ismael Miranda, Santos Colón, Adalberto Santiago, Cheo Feliciano, Ray Barreto, Bobby Valentín, Larry Harlow y otros que desembarcaron como invitados especiales; Richie Ray, Bobby Cruz.
Pacheco era flautista, compositor, arreglista y líder de Fania All Stars. Se le considera el responsable de los grandes éxitos de la orquesta. Por su parte Massucci tenía un doctorado en Derecho (cuidaba la plata) y trabajó en La Habana en 1960 como asistente del Director de Relaciones Públicas en el Departamento de Turismo. Con el tiempo también se convirtió en productor cinematográfico. A Johnny Pacheco lo conoció mientras lo representaba en su divorcio en el bufete de abogados Pariser y Masucci en 1962.
Para los años setenta la también llamada “Motown of Salsa”, era una potencia de la música latina a nivel internacional. Cada vez que la Fania salía de gira por el mundo, arrasaba. Mientras que la voz insigne en aquellos tiempos de Tico Records (también de ellos) era La Lupe.
La cubana le había producido muchas ganancias a la empresa y era la niña mimada. Además de haber sido durante muchos años la consentida de Nueva York. Sin pasar por alto que su popularidad en latinoamérica era aplastante. Decir La Lupe en aquellos años significaba decirlo todo.
Sin embargo, sus relaciones con la estrella de la Fania, Celia Cruz, eran sumamente tirantes. Jamás se dieron tregua. El origen de la enemistad nunca salió a la luz pública, aunque todo el mundo murmuraba. Dicen que la imagen de La Lupe en esa primera etapa estuvo muy por encima que la de Celia y de ahí que los celos brotaran a borbotones.
En medio de la controversia entre las dos glorias cubanas La Lupe hizo unas declaraciones mientras promocionaba el lanzamiento de un nuevo disco que originaron un verdadero incendio. Sus palabras fueron publicadas en la revista neoyorquina Latin New York Magazine. Resulta que en una entrevista de la afamada publicación la periodista, antes de concluir, le preguntó un poco en serio y un poco en joda:
— ¿Lupe es verdad que Celia Cruz es santera?
A lo que la Diva respondió sin pensarlo dos veces:
— No muchacha, el Palero de la casa es Pedro. — Refiriéndose a Pedro Knight, el músico de la Sonora Matancera que estaba casado con Celia.
Y pa’ qué fue aquello. Apenas Celia lo leyó corrió para la disquera y armó un escándalo. Cuentan que le gritó a los ejecutivos:
— Ustedes escojan, o ella, o yo; pero las dos no cabemos aquí.
Imagínese que problema. Celia Cruz era uno de los referentes de la Fania. Sustituirla era casi imposible. Por eso la decisión de los ejecutivos de la empresa no se hizo esperar: al carajo “La Lupe” dicen que dijo un ejecutivo. Al día siguiente Masucci, Ralph Mercado y Ray Avilés fueron los encargados de expulsar a “La tirana”.
En Brooklyn una persona que vivió de primera mano la expulsión de La Lupe me contó que la mujer salió destruida de aquel encuentro. Quejas, lágrimas de rabia, frustración, por todo lo que en sus mejores tiempos le había aportado a la disquera. Ella sabía que ellos lo controlaban todo en New York en aquel momento y que estar fuera de la maquinaria implicaba quedar outside. Pero no hubo marcha en la decisión a pesar de que varias figuras importantes salieron en su defensa. Desgraciadamente, así ha sido siempre la industria musical.
La Diva no tuvo más remedio que buscar nuevos horizontes. Tomó a su hija de 5 años y se marchó a Puerto Rico. Cuenta Moreno Velázquez en su libro “Desmitificación de una Diva”, que la cubana empacó 20 maletas grandes. En ellas viajaban sus venerados santos, sus símbolos de sus triunfos musicales y cualquier cantidad de ropa. Tuvo que pagar $500 por exceso de equipaje en el aeropuerto J.F.K.
Posteriormente de La Lupe se dijeron muchas cosas y se escribieron otras tantas. Sin embargo, toda la verdad sobre algunos comentarios quedaron sin piso cuando Moreno Velázquez, detalla su vida después de una minuciosa investigación. El autor aclara los aspectos más ruidosos alrededor de la cantante.
Primero, dice estar plenamente convencido de que “La Lupe no era consumidora de drogas, y más bien sufría de un espiritualismo desenfrenado”. Y agrega: “Son muchos los que dicen y cuentan historias, pero a la hora de la verdad nadie me ha confirmado que la vio consumiendo drogas, o que compartió el uso de drogas con ella”. También desmiente que se quitara la ropa ante las cámaras de la televisión.
“Lupe fue tal vez la primera artista en cambiarse en el vestuario durante una presentación, pero era una mujer educada y, aunque alocada en su actuación, eso de quitarse la ropa no era verdad”.
La Lupe tuvo en su momento palabras de elogios de muchas personalidades. Cabrera Infante, Sartre, Almodóvar, Tito Puente, Gipsy Gillespie entre otros.
Los que hemos admirado a La Lupe, en mi caso sobremanera, su triste final que todos conocemos resultó muy penoso. Ella no lo merecía. Su carrera fue impecable. Después de un largo recorrido que inició en La Habana, continuó con su salida de Cuba en 1962 y concluyó con su extraordinario éxito en Estados Unidos. Lupe Victoria Yolí Raymond, no Guadalupe Victoria, como dicen muchos fue y seguirá siendo una gloria de Cuba. Más allá de esas raras evaluaciones que siempre hacen en la isla.
La Lupe murió en el hospital Lincoln, del Bronx el 29 de febrero de 1992 a los 52 años de edad a causa de un infarto mientras dormía en su departamento de El Bronx. Su cuerpo fue enterrado en el cementerio St. Raymond's de Nueva York. Que en paz descanse.