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Kafka y Dora

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Dora Diamant fue la persona más cercana a Franz Kafka en el último tramo de su vida. Su gran amante y a la vez su mejor amiga. De ahí que conocer sus revelaciones y lo que gira alrededor de su mundo resulte tan interesante. Para ese entonces el escritor tenía 40 años y ella 25. Robert Klopstock, el médico de cabecera de Kafka, dejó constancia en la lápida de la tumba de Diamant su percepción sobre ella: “Sólo quien conoce a Dora sabe lo que es el amor”.

Quienes la conocieron cuentan que era una persona muy especial. Una vez le preguntaron por los libros de Kafka y sin pensarlo dos veces contestó: "Vivir con Franz un solo día valía más que toda su obra". Ella murió en 1952 a los 54 años. Su cuerpo descansa en un cementerio de Londres.

Anna fue la enfermera que atendió a Kafka y también tuvo una relación muy cercana con Dora. Una vez le comentó al periodista Willy Haas, después de muchos años de estar retirada, lo que presenció en los últimos instantes de la muerte del escritor el 3 de junio de 1924.

La enfermera dice que Kafka y su doctor habían llegado a un acuerdo secreto: que cuando se acercara “la última hora” hiciera salir de la habitación a Dora para que no viera su agonía. Él sabía que se acercaba el final. La lucha contra la tuberculosis la tenía perdida.

Anna comenta que una tarde estando con el doctor junto al paciente le oyeron un gemido. Muy extraño por demás. El escritor estaba próximo a morir. En ese momento le administraron morfina y Kafka hizo un movimiento con la cabeza y, de repente, empezó a llamar a Dora. Inmediatamente mandaron a buscarla. Aunque con pocas esperanzas de que lo encontrara con vida. Temían que fuese demasiado tarde.

Cuando Dora llegó a la habitación, prácticamente sin aliento por la carrera, se acercó a la cama del escritor. En ese instante nadie habló una palabra. Todos pensaban que Frank ya no podría reconocerla. Excepto Dora, que se le acercó al oído y le pidió que oliera las flores que había traído.”Kafka las olió y fue increíble su reacción”, recordó Anna. Más tarde murió.

La investigadora Kathi Diamant declaró mucho tiempo después que en los relatos sobre la muerte de Kafka no aparecía esa información.

— “Me sorprendió que este material existiera. Pues los detalles fueron publicados, en 1953, por un escritor respetado, que conocía a Kafka, que escribía sobre él y que conocía el Círculo de Praga. Pero esta última escena con Dora, se omitió y no debió haber sido así”.

Sin embargo, la presencia de Dora en las últimas horas de Kafka no era del todo desconocida. La misma Kathi Diamant cuenta que siendo estudiante escuchó por primera vez su nombre en 1971 cuando su profesor de literatura alemana en la Universidad de Georgia (EE.UU.) interrumpió la traducción que hacían de “La metamorfosis”, para preguntarle:

— “¿Tú eres pariente de Dora Diamant?”

— “Probablemente, ¿pero quién es ella?” — respondió.

— “Fue la última amante de Kafka, estaban muy enamorados, él murió en sus brazos. Dicen que ella quemó su obra” — contestó el profesor.

Fue así como la investigadora va tras la pista de Dora y se embarca en una misión que le tomó décadas. Viajes a Europa, Medio Oriente hasta dar con alguna información sobre Dora Diamant.

En sus averiguaciones descubrió que había nacido en una familia judía jasídica en Polonia en 1898. Y que tras negarse a casarse con un hombre que su padre había escogido, se fue de la casa y emigró a Alemania. Una vez allí estudió en la Academia Judía de Berlín. Mientras colaboraba como voluntaria de la comunidad.

Kathi cuenta como Kafka y Dora se conocieron. Él estaba con su hermana y los hijos de ella de vacaciones. Coincidentemente Dora se encontraba cerca. Servía como voluntaria en un campamento.

— “Dora lo vio por primera vez en la playa, jugando con un niño que supuso era su hijo” y al día siguiente cuando limpiaba un pescado en la cocina, vio una sombra. Al voltear, descubrió que era el hombre de la playa. Él la miró, le sonrió y sus primeras palabras para ella fueron: Unas manos tan delicadas y tiene usted que hacer un trabajo tan cruento. Así, en medio de pescados muertos, comenzó una de las grandes historias de amor”.

Y continúa:

— “Estuvieron juntos todos los días por tres semanas hasta que se separaron. Pero acordaron que se reunirían en Berlín”.

Una vez que volvieron a encontrarse, la pareja decidió vivir juntos. Pese a las circunstancias adversas de Kafka. Puesto que su enfermedad empeoraba por la tuberculosis y las esperanzas de sobrevivir iban disminuyendo con el paso de las semanas.

Según Kathi, Kafka tuvo varias relaciones que no prosperaron. Hasta que llegó Dora. Ella fue la única capaz de encontrar toda la bondad que escondía aquel “niño tímido”como él mismo se describía:

— "Yo era un niño tímido, pero seguramente también terco, como deben ser los niños; sin duda mi madre me mimaba también, pero no puedo creer que fuera tan difícil tratarme que una palabra cariñosa, un silencioso asirme de la mano, una mirada dulce no hubieran podido obtener de mí lo que quisieran”.

Para Kathi, Dora fue la responsable de que el último año de Kafka fuese el más feliz de su vida. Posteriormente su investigación inspiró a Kumpfmüller a escribir “La grandeza de la vida”. Un relato ficticio fundamentado en la relación de Kafka y Dora que sirvió de base para la película que lleva el mismo nombre.

Kafka aprendió mucho de Dora, de las historias que ella le contaba, de las tradiciones narrativas jasídicas que conocía. Él por mucho estuvo fascinado con el judaísmo de Europa del Este y Dora era como una maestra en eso. Ella encarnaba algo que él respetaba profundamente, no sólo en términos de su cultura, sino por la forma en que abordaba la religión. De manera que coincidieron en lo intelectual y en lo emocional.

Tras la muerte de Kafka, Dora se dedicó a la actuación. Posteriormente se unió al Partido Comunista alemán y se casó con Lutz Lask, con quien tuvo una hija. Más tarde se vieron obligados a escapar de Alemania y los tres llegaron a la antigua Unión Soviética. Al poco tiempo el esposo de Dora es acusado de ser un simpatizante trotskista y fue enviado a Siberia. Dora y su hija consiguieron huir y llegar a Inglaterra en 1939.

Como sabemos, Kafka sólo pudo vivir 41 años. Es considerado un escritor raro, diferente al modelo convencional. Varios estudiosos han señalado que la anómala relación con su padre fue el motivo fundamental de su enigmática personalidad. Los cuales se encuentran claramente reflejados en la carta que le hace a su progenitor.

— “…es verdad que apenas me has pegado alguna vez de verdad. Pero aquellas voces, aquel rostro encendido, los tirantes que te quitabas apresuradamente y colocabas en el respaldo de la silla, todo eso era casi peor para mí. Es como a alguien que van a ahorcar. Si lo ahorcan de verdad, ha muerto y todo ha terminado. Pero si tiene que ver todos los preliminares del ahorcamiento y sólo cuando le cuelga la soga delante de la cara se entera del indulto, puede que quede dañado para toda la vida.”

Kafka tenía los ojos grandes y grises. Unas densas cejas oscuras. Cara morena y vivaz. Dicen que hablaba a través de su rostro. Podía fácilmente sustituir las frases por un movimiento facial.

Era de origen checo- judío pero de lengua alemana. Estudió leyes. Toda su obra ha quedado escrita en alemán. Su formación cultural y los autores predilectos han sido en este idioma. En esa época en Checoslovaquia una buena parte de los judíos hablaba otra lengua.

Cuando enfermó de tuberculosis y cerca de la muerte Kafka le pidió a su amigo, el escritor Max Brod, que destruyera todos sus manuscritos. Éste no le obedeció y los hizo publicar después de su muerte. Entre ellas su famosa “Carta al padre" que le dio a su madre para que la entregara. Él no se atrevió. Sin embargo su madre después de leerla no cumple el pedido de Kafka y su padre nunca se entera.

— "Mi miedo es mi sustancia, y probablemente lo mejor de mí mismo."

Opinión de Borges sobre Kafka



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