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El M-19 y la caída del general Abrahantes en Cuba

Filiberto Mino

La violenta arremetida de Fidel Castro contra su hombre de confianza y Ministro del Interior general José Abrahantes comienza después de un viaje que hace a La Habana Navarro Wolf, líder del grupo colombiano M-19. Aunque el sujeto iba solo, previamente sostuvo conversaciones con algunos miembros del grupo guerrillero. No se sabe si el “Comandante Andrés” (Petro) estuvo al tanto del viaje. En la plática Navarro dio detalles de su propósito. Él había escuchado comentarios en Bogotá que no eran nada favorables para Cuba y como buen colaborador quería alertar al castrismo.

Cuba le ofreció a Wolf cuidados médicos cuando tuvo problemas en la pierna izquierda a causa de un atentado con granada en Cali. Al señor lo quisieron matar en una cafetería. Sin embargo prefirió ir a México en donde recibió asilo político. Estamos hablando de la época en que el M-19 negociaba la paz con el presidente Belisario Betancour, en mayo de 1985.

Cuando Navarro Wolf llegó a la capital cubana su primera intención fue procurar una entrevista directamente con Castro para ponerlo al tanto de los rumores. Sin embargo, el dictador no quiso recibirlo. Se dice que tanto el jefe guerrillero como otros miembros del M-19 les encantaba el “lleva y trae” y a Fidel esto no le agradaba mucho. Lo comentó en más de una ocasión con sus colaboradores.

En La Habana Navarro Wolf fue atendido por varios oficiales de la Seguridad del Estado encabezados por Alejandro Ronda Marrero, miembro de las Tropas Especiales. Se habla de dos encuentros. Uno en las oficinas del MININT y otro a solas con Ronda en un hotel habanero.

Navarro expuso los fuertes rumores que sonaban en Colombia. El más importante era que allegados de Pablo Escobar tenían contacto directo con altos oficiales cubanos, entre ellos, el coronel Tony de la Guardia. Quien en esos momentos era no sólo un alto miembro del Ministerio del Interior junto a su hermano general Patricio de la Guardia, sino que además estaba entre el reducido grupo escogido por Castro para realizar el trabajo sucio del gobierno.

Navarro Wolf también alertó a las autoridades cubanas sobre un capitán cubano que se disponía a viajar a Medellín para amarrar operaciones secretas con la gente de Pablo Escobar. Refiriéndose específicamente al capitán Jorge Martínez, ayudante personal del general Arnaldo Ochoa, condecorado por el propio Castro como Héroe Nacional de Cuba por su participación en la guerra de Angola.

La confesión de Navarro Wolf se la pasa por escrito el oficial Alejandro Ronda Marrero a José Abrhantes. El ministro  conversaba religiosamente  todas las mañanas con Castro.  Él lo ponía al tanto de las principales actividades del ministerio y las llamadas telefónicas interceptadas. Recordemos que en esos tiempos Castro exigía que la Seguridad del Estado supiera de qué hablaban los jerarcas del Partido y los altos oficiales del Ejército. Las reuniones entre Castro y Abrahantes en ocasiones se efectuaban en la propia casa del dictador en horas del desayuno.

No obstante, el general Abrahantes no le comenta a Castro sobre el informe de Ronda Marrero ni tampoco le menciona el viaje de Navarro. O sea, como si no hubiese sucedido. Sabiendo el ministro lo que se murmuraba en ciertos círculos de Bogotá. Sobre todo la gravedad que implicaba los contactos de oficiales cubanos con la gente de Pablo Escobar.

En este caso específico hasta las pulgas de los oficiales del MININT sabían del asunto de tráfico de droga en Cuba. Por esto debo aclarar que cuento la versión que da Castro. En las dictaduras cerradas es muy difícil corroborar historias. Muchos más cuando la investigación se encuentra limitada a la versión oficial. Yo en lo personal asumo que Fidel Castro sabía una buena parte del cuento, pero él argumentó otra cosa.

Pero siguiendo con el asunto les cuento que un día Castro se tropezó con el oficial Ronda Marrero en un pasillo y le preguntó sobre el encuentro con Navarro Wolf. Al tipo no se le olvidaba nada. Entonces Marrero muy sorprendido y nervioso le explicó que él había escrito un informe del resultado de la reunión y se lo había entregado a su jefe. O sea, al Ministro del Interior. En ese momento Castro le pidió una copia del documento y, al leerlo, ardió Troya.

Por la aparente omisión el general José Abrahantes fue juzgado en la causa #2 de 1989 y condenado a 20 años de prisión. Con tan mala suerte que el día 21 de enero de 1991 muere de un “infarto” en la cárcel de Guanajay. Las “casualidades” son del carajo. Muchos estudiosos del tema aseguran que el “ataque al corazón” de Abrahantes debió ser provocado. Según la versión de la familia el Ministro gozaba de buena salud y un excelente estado de ánimo. Cumplía religiosamente con una rutina de ejercicios y no existía ningún indicador que pudiera relacionarlo con la muerte.

Durante mucho tiempo José Abrahantes fue el consentido de Fidel Castro. Alcanzó poderes ilimitados. Podía espiar a dirigentes del Partido o a un militar de alta graduación sin consulta previa. Incluso eliminar a un enemigo de la Revolución dentro o fuera de la isla. Pero sobre todo, mantenía un servicio de espionaje que le permitía saber hasta donde el jején ponía el huevo.

Abrahantes procedía de las filas del Partido Socialista Popular. Su ascenso a las altas esferas del gobierno ocurrió de manera meteórica. Primero fue escolta de Fidel Castro. Posteriormente lo hicieron jefe de la misma y por último fue nombrado Ministro del Interior. Desplazando al Comandante Ramiro Valdés que ocupaba la posición desde 1961.

Abrahantes no solo tuvo fuertes vínculos personales con Castro, sino también con toda su familia. Sobre todo con Dalia Soto del Valle, esposa del dictador. Él fue el encargado de esconder a la señora en Punta Brava durante muchos tiempo, mientras  mantenía una relación clandestina con su jefe. Iniciada en octubre de 1961 en la ciudad de Trinidad, durante la campaña de alfabetización. Pero como en esos años Castro mantenía una relación con su asistente personal Celia Sánchez, el romance con Dalia se mantuvo oculto hasta enero de 1980.

Algunos entresijos del caso de Abrahantes salieron a la luz pública en una entrevista que Ignacio Ramonet le realizó a Fidel Castro para un libro biográfico. Hay una sola parte en que el escritor le menciona el caso de Abrantes, y Castro contesta textualmente:

“En cuanto al Ministro del Interior era mucho más fácil demostrar que era cómplice que demostrar que era inocente. A este compañero yo lo conocía muy bien, pero cayó en lapsos mentales cuando se investigaba a fondo el caso. Abrahantes venía casi todos los días a mi despacho, tenía relaciones constantes con nosotros y su trabajo frente a la contrarrevolución había sido bueno y eficiente, pero desafortunadamente de forma sutil se fueron desarrollando también sus ambiciones”.

Resumiendo, el general José Abrahantes que era la única persona capaz de probar jurídicamente que Fidel Castro conocía el tráfico de drogas de Cuba hacia Estados Unidos, quedó fuera de juego. De ahí que su muerte convirtiera automáticamente a los Castro en los eslabones perdidos para un posible juicio en las cortes norteamericanas.  DOS TIPOS CON SUERTE.
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