¿Es cierto que Boris Yeltsin fue sorprendido en ropa interior y borracho corriendo por el patio de la Casa Blanca? Esto y mucho más lo cuenta el historiador y periodista Taylor Branch en su libro "The Clinton Tapes" de 742 páginas donde recopila las 79 conversaciones que sostuvo con el expresidente Bill Clinton.
El ganador de un premio Pulitzer acudió por casi ocho años a la Casa Blanca para hacer la obra. Allí expone con suficiente claridad, no sólo los sucesos políticos del mandatario, sino también otros hechos que nunca salieron a la palestra. Entre ellos, las comunicaciones secretas que sostuvo Clinton con La Habana durante su gobierno. Taylor conoció al expresidente durante la campaña electoral de McGovern en Texas.
En el caso de Yeltsin ciertamente el ruso puso la torta. El periodista cuenta que el servicio secreto quedó estupefacto al verlo correr de un lado a otro en el patio de la Casa Blanca dando gritos, borracho y en paños menores. Cuando fue interceptado adujo que lo hacía porque necesitaba un taxi. El libro narra que los agentes pasaron un buen rato tratando de convencerlo para que regresara a sus habitaciones. El incidente se produjo en 1994 cuando Boris Yeltsin fue invitado a visitar los Estados Unidos.
Pero añade otra anécdota muy peculiar sobre Yeltsin. Dice que en 1996, cuando Clinton compareció en Francia ante la prensa junto al ruso, el mandatario norteamericano no pudo dejar de reír porque a Yeltsin «le gustaba poner nota a todas las jóvenes reporteras que tenía delante y ver cuál era más guapa». El periodista concluye diciendo que ambos presidentes tuvieron una relación muy cercana, más allá de la política.
Taylor había sido compañero de piso de Bill Clinton antes de que éste llegara a la Casa Blanca. Tal vez por eso esboza un perfil amable del presidente y evita profundizar en la morbosidad de los asuntos más polémicos del mandatario. Como por ejemplo el escándalo sexual de sus relaciones extraconyugales con Monica Lewinsky.
«Creo que perdí el control», fue la respuesta de Clinton cuando Branch tocó por arribita el asunto. Recordemos que la aventura con la pasante puso en riesgo su presidencia, además de los daños colaterales a su matrimonio y su credibilidad. Con todo, el periodista escribe que el presidente le aseguró que «podría haber hecho algo peor».
El libro habla también que Bill Clinton tocó el saxofón mientras visitaba al presidente checo Václav Havel en Praga y que en esa oportunidad el mandatario apostaba cajas de cigarros puros con los amigos sobre los resultados de la liga de la NBA. Subrayando el llanto del presidente (sin consuelo) cuado sucedió el asesinato del primer ministro de Israel Isaac Rabin. Clinton fue quién reunió al asesinado líder con Yasser Arafat en Noruega.
Taylor Branch ha dicho: — “Las cintas de Clinton son un documento que todavía no puede medirse.”
Y agrega: — “Sus palabras son reveladoras pero no concluyentes”.
Sin embargo, llama mucho la atención cómo aborda el tema del derribo de las avionetas de Hermanos al Rescate. En la página 384 el presidente Bill Clinton señala:
—“Se podía palpar la indignación en las órdenes interceptadas por radio de los jefes militares cubanos en tierra a sus pilotos de combate, unas órdenes que no habían seguido ninguno de los protocolos para enfrentar a un aparato civil y sin armas”
El periodista cuenta que después del incidente Clinton le dijo en privado que había advertido a Castro:
— “Otra acción como ésa tendría respuesta militar directa de los Estados Unidos.”
Taylor le preguntó por los riesgos en caso de que se filtrara la advertencia a Castro y animara a los cubanos a organizar misiones con la esperanza de arrastrar a Estados Unidos a un enfrentamiento con Cuba.
Comenta que el Presidente minimizó el peligro aduciendo que las comunicaciones eran muy secretas y dudaba que en Miami “estuvieran dispuestos a ofrecer sus vidas a cambio de una posibilidad de provocar la guerra”.