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¿Ha desaparecido la Mafia de Nueva York?



Lo andaban cazando. Lo esperaron en el Sparks Steak House, calle 46 y 3ra Av de Manhattan. Como quien va rumbo a las Naciones Unidas. Vino como de costumbre a degustar pasta y champagne. Su lujosa limusina era inconfundible. El portero del restaurante la conocía de memoria. Todavía la gente recuerda lo sucedido. Fue un lunes 16 de diciembre de 1985 en horas de la tarde. El hecho cambió el rumbo de la Mafia en Nueva York.

“Big Paul” Castellano, jefe en ese momento de la Mafia en “La Gran Manzana”, era carnicero de profesión. Su aspecto afable se distanciaba de su verdadera posición dentro de la banda. El señor utilizaba modales afectuosos y presumía de arreglar las cosas por las buenas. Sus amigos lo tenían por un hombre sencillo. Sus negocios giraban en la industria de la carne, la construcción, los casinos y las joyerías.

Como ha sucedido a través de la historia del crimen organizado siempre hay personas que sueñan con sustituir al “jefe”. Trabajan en la sombra, establecen alianzas, esperando la oportunidad para dar el golpe. “Big Paul” Castellano nunca estuvo ajeno al libreto. Siempre supo que dentro de “La Familia” había una persona extremadamente ambiciosa que era capaz de cualquier cosa por destronarlo. Su nombre: John Gotti.

La tarde que asesinaron a “Big Paul” tomó de sorpresa a Nueva York. Incluyendo al FBI y los políticos locales. En primer lugar porque el sitio escogido para la ejecución se encontraba en una zona muy concurrida del Midtown de Manhattan. Además, ocurrió en plena tarde cuando el tránsito es una locura. Lo digo con conocimiento de causa.

La gente que transitaba minutos antes del incidente por el lugar jamás sospechó que iban a ser testigos de un episodio que cambiaría para siempre a la Mafia. Sus métodos de trabajo, la forma de mover las fichas, todo. Como quedó demostrado posteriormente. Tampoco los comensales que almorzaban en el Sparks Steak House imaginaron semejante escena. O sea, los límites de la estupefacción y la sorpresa fueron rebasados.

Mientras las personas caminaban sumidas en sus preocupaciones habituales por la tercera avenida, tres hombres vestidos con gabardinas esperaban pacientemente en la esquina. A unos 30 metros del restaurante. Sabían que el hombre más poderoso de la Mafia, “Big Paul” Castellano, vendría en cualquier instante. Habían sido escogidos por el propio Gotti para acabar con la vida de “El jefe".

Los cazadores traían sus armas muy bien camufladas y conocían el arte de matar. Lo habían hecho antes. Por eso el comportamiento natural de los matones no levantaba sospecha. Menos aún en un mes como diciembre en donde las personas se encuentran abstraídas por las fiestas navideñas y la compra de regalos.

Frente al restaurante, varias bicicletas casi interrumpían el paso peatonal por la acera. Todas encadenadas a un tubo. Pertenecían a los deliverys del Sparks Steak House. En el Laundry de enfrente varios ciudadanos conversaban animadamente en la puerta. El ambiente navideño estaba palpable en los arbolitos colocados en los alrededores. El ruido de los automóviles que pasaban raudos por el lugar complementaban el ambiente.

De pronto asoma la lujosa limosina negra de “Big Paul” y dobla. Los tres sujetos intercambian miradas. Uno de ellos mueve la cabeza afirmativamente como una especie de orden. Caminaron a un ritmo normal hacia el Sparks Steak House. Quienes conocen el sitio saben que está casi al doblar la esquina.

Había llegado el momento de la acción. Cuando el portero del sitio ve la limusina del mafioso parar frente al restaurante, corre a abrir la puerta del automóvil. Dentro del recinto ya estaba listo el sitio de costumbre. Se dice que las propinas de “Big Paul” nunca pudieron ser igualadas. De manera que su presencia era sinónimo de júbilo.

Castellano bajó del coche con la cabeza levantada y un puro en su mano derecha. Sonriente como era habitual en él. Vestía un elegante traje azul oscuro de mohair. En los puños de su camisa destellaban unos gemelos italianos de oro veinticinco. Su pelo lustroso y engominado.

Sus zapatos Salvatore Ferragamo como recién salidos de la fábrica. Sin embargo, cuando intentó saludar al portero levantando su mano derecha, una lluvia de balas inundó la zona.  Los cazadores no le dieron tiempo al capo de reaccionar . Abrieron fuego a diestra y siniestra.

La confusión se apoderó del área. Los que andaban cerca se alejaron. En la acera de enfrente no quedó nadie. Mientras que un charco de sangre comenzó a esparcirse lentamente. Castellano quedó tendido boca arriba. Con la cabeza apoyada en el asiento trasero de la limusina. Su chófer y uno de los ayudantes corrieron con la misma suerte. Todos recibieron el mismo número de impactos: six each.

Los autores del hecho huyeron en un coche amparados por la confusión. Habían ejecutado al jefe de la Mafia de Nueva York al mejor estilo de las tradicionales cintas cinematográficas de Hollywood. No obstante, lo que nadie imaginó, ni siquiera el FBI, fue lo que vendría después de la muerte de “Big Paul” Castellano . Pues las complicaciones para el gobierno apenas comenzaban.

La policía encontró junto al cadáver del mafioso un tabaco a medio fumar, sus gafas negras de concha y partes del cerebro esparcidas por los alrededores del auto. Los tiros fueron en la cabeza y en el pecho. El director de la Comisión Presidencial del Crimen en aquel tiempo, James Harmon, cuando se enteró del atentado dijo:

— "En la Mafia nadie está cubierto de la violencia. La supervivencia es el único valor"

Los investigadores coincidieron en que los atacantes habían sido tres jóvenes turcos que actuaron bajo las órdenes de John Gotti. El mismo hombre que suplanta a Castellano en el cargo y transforma para siempre los métodos de trabajo de la organización. Entre ellos, el perfeccionamiento de las reglas de los sindicatos.

En el momento de la ejecución “Big Paul” estaba siendo juzgado por un tribunal de Nueva York por robo de automóviles de lujo. Los cuales se vendían más tarde en el Oriente Medio. No obstante, sus abogados estaban confiados en que las cosas iban a salir bien porque las pruebas aportadas en su contra no eran suficientes. La causa fue archivada después de su muerte,

John Gotti, sustituto de “Big Paul” Castellano, desde que asumió el cargo implementó muchos cambios. Sobre todo sus revolucionarias normas dentro de la organización. Él es quien introduce la tecnología y cambia el tradicional aspecto de “banda de barrio” por el de “empresa”. A partir de su llegada los miembros de la organización adquirieron un mejor estatus.

Además, mejoró el “servicio de protección” a los comercios y modernizó el fraude en las apuestas. Los conocedores del tema aseguran que fue el más importante jefe de la Mafia desde sus inicios. Incluyendo a Al Capone. Y por supuesto, fue un verdadero dolor de cabeza para el FBI.

Gotti era hijo de una familia de inmigrantes napolitanos pobres. Nacido el 27 de octubre de 1940 en el Bronx. Sus andanzas comenzaron siendo apenas un adolescente. Le hacía pequeños trabajos a Carmine Fáctico, un capo del barrio de East New York. Básicamente era como un mandadero de la “Familia”.

En 1968 fue a la cárcel por primera vez cuando se encargó de vengar a un sobrino de Carlo Gambino. Esa vez recibió 4 años de prisión. Sin embargo, el encarcelamiento le sirvió para conocer a Aniello Dellacroce, un amigo de Carlo Gambino. El personaje que sirvió de inspiración para el papel de "Don Corleone" en la película El Padrino. Al salir de prisión Gotti se casó con Victoria DiGiorgio y tuvieron tres hijos: Ángela, Victoria y John.

Llegó a ser uno de los hombres más influyentes de New York. La prensa lo llamaba Dapper Don. por su comportamiento. Le encantaba usar trajes y corbatas carísimas. Procedía como una estrella de cine. Fue un gánster a la medida de los paparazzi. Figurante, egocéntrico, intrépido, jugador, mujeriego y pare usted de contar. Hasta la revista Time lo llevó en una ocasión a su portada.

El FBI le siguió los pasos por varios años. Lo velaba hasta en el baño. Hasta que encontraron algunas grabaciones comprometedoras en 1990 y un juez de New York ordenó una gran redada contra los principales capos de la “Familia”. Uno de los que cayó en esa ocasión fue Gravano, un personaje que se convirtió más tarde en “colaborador” y delató uno por uno todos los crímenes en los que había participado Gotti.

Cuentan que cuando Gotti fue arrestado en el Club Ravenite de Little Italy, se rió y dijo:

—"No problem". Everything Good”.

John Gotti fue condenado a cadena perpetua. Tenía 51 años de edad. Estuvo casi diez años aislado en el penal de Springfield. Comentan que solo fumaba y leía periódicos. Murió en prisión a causa de un cáncer en la garganta.

Su funeral fue espectacular. El ataúd de bronce macizo fue seguido por una caravana de más de cien coches. La limusina con su cadáver se desplazó desde su casa en Queens hasta el cementerio. La gente abarrotó las calles para darle el último adiós. Hubo carteles, aplausos, vítores. Nadie puede negar que su popularidad en Nueva York fue avasallante. El tipo tenía un carisma.

Después de tantos años de su muerte existen documentos oficiales de la fiscalía de Nueva York en donde se admite que el gobierno aún no ha logrado eliminar a la Mafia de algunos sectores. Fundamentalmente en la construcción, los puertos marítimos y los casinos. Lo que ha cambiado es el estilo de operar. Hoy las Cinco Familias de Nueva York han cambiado a sus jefes y son conocidos por apodos alternativos. Nadie sabe sus verdaderos nombres.

Mientras, “La Gran Manzana” continúa explotando los lugares simbólicos de la Mafia. Muchos de ellos recreados en decenas de largometrajes. Por eso los turistas nostálgicos con estas leyendas siempre visitan a Little Italy para conseguir su afiche preferido: John Gotti, Al Capone, “Big Paul” Castellano, Genovese, Gambino, Lucchese, Colombo, Bonanno.



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