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Javier Milei y la izquierdización

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Hace un tiempo la empresa alemana Audi utilizó la novela “Rojo y negro” del frances Stendhal para promocionar uno de sus modelos. El comercial muestra una anécdota personal del escritor cuando visita el templo de Santa Croce de Florencia y lo compara con lo que sentirá el consumidor cuando maneje el vehículo.

El afamado perfume Chanel número 5 utilizó a la Caperucita Roja en este juego de comerciales. Solo cambió la versión original en la que el “Lobo feroz" devora a Caperucita. Esta vez, el noble personaje deja encerrado al animal y sale a las calles de París como si nada. Así funciona la propaganda. No solo en los comerciales sino en todos los ámbitos de la vida. Por eso en ocasiones suele ser terrible cuando se usa con fines políticos.

Dentro de este submundo, los mejores que manejan la propaganda casi siempre mezclada con intelectualidad, son los izquierdistas latinoamericanos. Expertos en cliché por antonomasia. Habilidosos en instalar matrices de opinión. A su maquinaria la hemos visto infinidades de veces tratando de descalificar a los que son adversos a las ideas del socialismo, el comunismo. Inspirados religiosamente en el librito de La Habana.

No importa que la narrativa nada tenga que ver con los hechos reales. Para ellos lo importante es repetir y repetir la mentira muchas veces hasta convertirla en una “media verdad”. El objetivo es simple: buscar que la gente se confunda. ¿Qué importa que la realidad marche por un rumbo y el discurso por otro? Eso es lo de menos. El engaño se hace a sabiendas. Es una especie de trinchera.

¿Acaso no hemos visto en sus panfletos a un García Márquez por encima de Borges o a un Miguel Barnet con más pergaminos que Cabrera Infante? Sin embargo, estas falsedades de la izquierda no parecen importarle mucho al mundo intelectual latinoamericano. Tal vez porque se ha dejado comer el tarro con los eslóganes manidos o con los “patria o muerte” ridículos.

Recordemos el caso de Octavio Paz. Un poeta que por combatir las incongruencias y las limitaciones del pensamiento comunista fue vilipendiado y echado a la jauría. No obstante, el mexicano venció todos los peligros y se alzó con el Premio Nobel de Literatura en 1970 y hoy goza del reconocimiento universal.

Hoy la diabólica maquinaria está dirigiendo su artillería pesada contra el presidente argentino Javier Milei. Lo atacan de todas las formas posibles. No le llaman “el presidente argentino” sino el ultraderechista Milei. No destacan sus amplios conocimientos en materia económica o su basto nivel intelectual. Nada de eso. ¿Y saben por qué? Porque el hombre tiene madera para convertirse en un líder continental y ellos lo saben. Sería devastador para la izquierda que se esparzan las ideas sobre el respeto a la libertad, a la propiedad privada, al derecho a la vida, por toda la región.

Por eso si al presidente Milei le va bien se abre la posibilidad de que América Latina agarre el rumbo correcto y extirpe de raíz toda esa mazamorra socialista que tanto daño nos hace. Es una apuesta que debemos respaldar contra viento y marea.

Además, su mirada convergente con el sistema de Estados Unidos hace que la izquierda desate su furia con más fuerza. Ellos no perdonan que un presidente latinoamericano vea a norteamérica como un aliado y no como el “imperialismo yankee” que suelen combatir. A su manera, claro. Porque todos vacacionan aquí y no en Cuba. Compran apartamento en Miami y no en Nicaragua. Mandan a sus hijos a estudiar a New York y no a Venezuela. Prefieren un Jack Daniel's que un “chispa e tren”. Por citar algunos ejemplos.

Recientemente el presidente Javier Milei disertó en la Conferencia Global en la ciudad estadounidense de Los Ángeles. En su intervención recalcó una frase que no se puede perder de vista y nos obliga a encender todos los bombillos.

“Occidente está en peligro. Está en peligro porque sus líderes hace tiempo se alejaron de las ideas de la libertad, ideas que hicieron de occidente la hazaña civilizatoria más importante de la historia humana”.

Gracias a Argentina por poner en la palestra a un hombre como Javier Milei. Eso compensa todo el daño que nos causaron cuando mandaron al “Che” Guevara. Ahora estamos a mano.

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